No hay verdades sino mejores interpretaciones de la realidad. Tales
interpretaciones intentan explicar de forma lógica los hechos pasados,
presentes y/o futuros. Es decir, la ciencia se basa en lo transitorio,
en teorías, hipótesis, interpretaciones y razonamientos que se enfrentan
con cierto éxito a los hechos. Conforme pasa el tiempo, unas teorías
sustituyen a otras, y con cada paso logramos entender mejor el entorno y
hasta a nosotros mismos. El destino de las ideas científicas es perecer
en el fuego de la propia ciencia, para renacer en otras mejores ideas
que terminarán ardiendo en dicho fuego, y así en un proceso
aparentemente infinito en el que se "abren puertas" para descubrir
habitaciones con más puertas para las que no sirven las hipótesis que
nos permitieron abrir las primeras.
Lo
cierto es que en su aplicación la ciencia tiende al inmovilismo, pese a
la transitoriedad de las ideas científicas. Los científicos que logran
difundir un modelo, una interpretación, terminan aferrándose a sus ideas
y pretenden que se conviertan en la norma, y hasta en dogma. Pero, por
definición, en ciencia no puede haber dogmas en el sentido de verdades
inmutables que no admiten réplica, ni duda. En este sentido la ciencia
deviene religión, por más que incluso en el sentido religioso el dogma
también implica intolerancia puesto que tampoco en el campo humano
debería admitirse que haya algo inmutable en el sentimiento y
conocimiento espiritual. Las religiones son interpretaciones de la
realidad, productos sociales, aunque algunas se pretendan de origen
directo divino, más allá "del bien y del mal".
El
desarrollo científico es una larga historia de puesta en cuestión de
dogmas. Es decir, de separación entre religión y ciencia, aceptando como
mal menor que los creyentes de cada religión crean en dogmas incluso
contra la razón. A veces, todavía en el siglo XXI, los dogmas religiosos
colisionan con el conocimiento científico, y el resultado es
lamentable. Por ejemplo, en todo lo que se refiere al origen de la vida,
tanto del individuo como de la especie. Esto es más cierto,
evidentemente, en los estados teocráticos como muchos de Estados Unidos.
Cuesta cambiar.
La teoría de la evolución
Es
muy antigua la idea del cambio progresivo que ha permitido a la materia
viva llegar a su forma actual. Los griegos y diversos autores (sobre
todo del siglo XVIII y XIX) aceptaron una evolución y diversificación
constante de las especies para llegar a las que hoy existen en la
Tierra. Sin embargo, la interpretación religiosa dogmática pretendía
fijar con fecha y hora el origen del mundo, creado tal cual por un ser
divino. Es, por ejemplo, la visión judía, del Oriente Medio, que llegó
al cristianismo a través del Génesis (el primer libro del Antiguo
Testamento de los cristianos, y del Tanaj de los judíos).
Cuando
en 1858 Charles Darwin formuló la teoría de la evolución, al tiempo que
Alfred Russell Wallace, lo clave fue determinar la selección de las
especies como mecanismo que explicaba los cambios que llevan a la
diversidad. Ninguno de los dos fue capaz de explicar el "cómo" de tal
selección.
Antes
que ellos, Jean Baptiste Lamark propuso una teoría de la evolución en
la que pasan a la descendencia las "mejoras", los cambios que permiten
adaptarse. Así, por ejemplo, las ideas de que "el órgano que no usa se
atrofia" y "se hereda el órgano que se hipertrofia". O la idea de
"escalera", tópica y falsa, en la que la evolución se representa con
ideas aristotélicas en una cadena que va desde un mono muy primitivo al
hombre, como si hubiera una estructura jerárquica, una "escala de la
vida", cuyo producto final fuera el ser humano. Tales interpretaciones
no tienen nada que ver con la selección natural de Darwin-Wallace, en la
que las condiciones ambientales "seleccionan" la supervivencia de los
que mejor se adaptan al entorno (y todas las especies están a su nivel
igualmente "evolucionadas").
Posteriormente,
la genética permitió comprender el "cómo", pues la evolución se basaba
en el cambio de la frecuencia de genes (alelos) y que se podía dar tanto
por la selección de las especies como por otros mecanismos tipo
mutaciones y/o deriva y flujo genético.
Naturalmente,
la publicación del "Origen de las especies" de Charles Darwin provocó
una revolución social, religiosa y científica. En general la teoría se
ha ido afinando y mejorando, y cuenta con el reconocimiento universal
por más que siempre presente lagunas y requiera continuos ajustes. No la
admiten algunos grupos radicales religiosos "creacionistas" en Estados
Unidos (muy fuertes, por ejemplo, en Kansas), donde se enseña la
interpretación literal del Génesis como alternativa científica a la
teoría de la evolución. No es extraño que allí en muchos estados se
considere todavía el adulterio como crimen legal. Sin ir más lejos, la
bigamia, la poliandria y la poligamia están prohibidas incluso en España
por más que sean cuestiones en último término personales; también está
prohibida la eutanasia y se discute de continuo el derecho al aborto.
Todavía se mantiene el peso de la religión y su interpretación social y
científica, mucho más allá de lo que parece. Cuesta cambiar.
Úlcera péptica
Las
úlceras de estómago y duodeno son muy frecuentes pues se calcula que
pueden afectar al 10% de la Humanidad (en algún momento de su vida). Su
mortalidad ha disminuido mucho en los adultos, por el tratamiento eficaz
del "Helicobacter pylori", germen ligado a las úlceras. Infecta a casi
la mitad de los adultos, pero produce úlcera sólo en el 10-20% de los
infectados.
Muchas
de las úlceras pépticas que llevan a muerte por hematemesis en ancianos
se deben al abuso de los anti-inflamatorios no esteroideos. Por
ejemplo, la mortalidad en la intervención quirúrgica ante una úlcera
sangrante es del 15%. El recurso al "protector del estómago" (con su
inmenso y dañino sobreuso) no puede impedir tal causa médica de
morbilidad y mortalidad; la prevención no es sumar un protector del
estómago sino más bien el uso juicioso de los anti-inflamatorios no
esteroideos.
El
tabaquismo y el consumo de otras drogas contribuyen a la generación de
úlceras pépticas; también el estrés extremo. En algunos casos se
producen úlceras por gastrinomas (Zollinger-Ellison), por virus, por
quimio y radioterapia.
Antiguamente
casi todas las úlceras se atribuían a la "personalidad" y a las comidas
picantes. Sobre todo personalidad de tipo D, de quien tiene escasas
habilidades sociales, inhibe los sentimientos negativos y está siempre
tenso e inseguro. El tratamiento clásico se basaba en anti-ácidos. En
1979 fue "redescubierto" el "Helicobacter pylori", ya descrito en el
siglo XIX. Los trabajos pioneros de Robin Warren y Barry Marshall les
llevaron a proponer el tratamiento de la úlcera péptica con
antibióticos. En 2005 ambos recibieron el Premio Nobel.
Costó cambiar el "concepto" de las úlceras pépticas, de enfermedad psicológica y por acidez a enfermedad infecciosa.
Saben y callan
A
veces es irritante desde el punto científico y de salud pública "el
silencio de los médicos". El mejor ejemplo es el sub-registro de efectos
adversos de medicamentos. Por ejemplo, respecto a la vacuna contra la
pandemia de gripe A, se demostró en Castilla y León que la tasa de
comunicaciones de probables efectos adversos fue 322 veces menor de lo
identificado, y 37 veces menor cuando dichos efectos eran graves
¿Por
qué callan los médicos? Sobre todo ¿por qué callan los que saben? El
problema se plantea con pautas absurdas, con vacunas innecesarias, con
prevención sin límites, con prótesis que fallan, con medicamentos
inútiles y/o peligrosos, con efectos adversos, con el trabajo de algunas
enfermeras, con colegas incapaces, con jefes inútiles, etc. Hay toda
una batería de actividades y problemas médicos que se perpetúan
sencillamente porque no es fácil cuestionar el "statu quo" en Medicina
Quien
rompe el "statu quo" pasa a ser considerado "nihilista", "extremista",
"radical", "ignorante", "bruto", "anti-sistema", "hipercrítico",
"molesto", "exagerado" y cualquier otro calificativo que marque
claramente su posición fuera del rebaño. No es extraño que muchos
estudiantes y residentes aprendan a callar como mejor opción vital
profesional. Es una castración ideológica con graves repercusiones
personales, profesionales y sociales. Es decir, el silencio se paga con
daños que afectan al individuo y al conjunto. Hay que animar a los
médicos a hablar, hay que enseñar a los estudiantes y residentes que
callar puede ser criminal.
Conviene discrepar y contribuir a mejorar la ciencia y el fundamento clínico y humano del trabajo médico. ¿No?http://www.nytimes.com/2013/02/17/sunday-review/the-hip-replacement-case-shows-why-doctors-often-remain-silent.html?r=0
Juan Gérvas (jgervasc@meditex.es) es médico general y promotor del Equipo CESCA (www.equipocesca.org) mpf1945@gmail.com @JuanGrvas
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