Escribe: Md. Gustavo Silva Paredes
Hace unos días leí
un artículo, “Educación versus coerción. Una apuesta decidida por la educación para
la salud[1]”. Luego de leerlo reiteradas veces, su aplicación
en la practica me generó varias preguntas: ¿Cuál es el factor determinante en
los gestores para elegir una u otra estrategia? ¿Es el tiempo el factor más
importante a la hora de elegir una u otra estrategia? ¿O depende del tipo de
problema de salud a tratar? y ¿Se deben de aplicar siempre ambas estrategias?...
En el artículo los autores reflexionan sobre 2 estrategias de
Promoción de la Salud
para lograr comportamientos saludables: 1) la educación: logro de capacidades
para desarrollar el propio potencial personal y responder de forma positiva a
los retos del ambiente y 2) la coerción: presión ejercida sobre alguien para
forzar su voluntad o su conducta.
Mencionan que la educación para la salud ha evolucionado
incorporando diferentes técnicas, herramientas y teorías que le han permitido
pasar de la pedagogía tradicional, más coercitiva, a una pedagogía más activa y
participativa, con el objetivo de generar comportamientos saludables,
específicos y estables. Se destaca que la educación para salud trabaja todos
los factores relacionados (Fig1), a través de procesos complejos y cambiantes
en el tiempo, ofreciendo resultados a largo plazo y con el inconveniente de
presentar dificultades metodológicas que permitan su adecuada evaluación.
Figura 1. Factores relacionados con las capacidades y los comportamientos en salud.
Los procesos de coerción por su parte basan su
estrategia en presionar directamente con estímulos, multas, prohibiciones,
etc., con el objetivo de ganar más salud, presentan la dificulta de no poder
abarcar todos los comportamientos de salud, como por ejemplo: obligar a
realizar ejercicio; y estos procesos necesitan de un permanente estímulo y
generalmente no aportan capacitación, desarrollo individual ni social.
También mencionan que si bien el binomio educación -
coerción genera debates sobre los derechos individuales y colectivos, sobre la
ética y la salud; se plantea que las políticas en salud mantengan los
principios bioéticos, equilibren los derechos individuales y el bien común, y tiendan
a favorecer políticas coercitivo-educativas que faciliten a las personas las
opciones más saludables.
Concluyen que frente a la coerción (“poder sobre”)
se prefiere planteamientos educativos (“poder con”) por ser una opción de empoderamiento,
que genera personas y sociedades activas, permitiéndoles adquirir más
información y control sobre las decisiones que afecten su salud, generando así un
capital social. Por ende para ganar más salud desde la promoción de la salud se
requiere mayor inversión en educación que en coerción.
Frente a esta postura el Informe sobre “Promoción
de la Salud : El
logro de la salud para todos”[2],
elaborado en el año 2010 por la
Dirección de Salud de Noruega, en su capítulo 5 “Política Nacional
de Salud Pública” hace referencia a dos estrategias de las medidas universales
(orientadas a la población), la estrategia estructural (semejante a las medidas
coercitivas) y las estrategias pedagógicas (semejantes a las medidas
educativas). En el informe se observa la
preferencia a combinar las dos
estrategias, debido a que la adopción de estrategias pedagógicas depende en
gran parte de las estrategias estructurales y viceversa. Basándose en que el
comportamiento en salud no es una responsabilidad única de las personas, las
personas toman las decisiones de acuerdo con las estructuras.
En el informe las estrategias estructurales hacen
referencia al ambiente físico, social, a las políticas de precios e impuestos,
límites de edad, etc., los cuales permiten reducir el riesgo y facilitan
opciones saludables, destacando también su importancia por reducir las
desigualdades sociales en salud.
Las estrategias pedagógicas tienen por objetivo la
influencia en actitudes, conocimientos y comportamientos mediante la
información y la persuasión, su grupo objetivo puede ser
toda la población o subgrupos en la población, no reducen el
riesgo pero sí permiten
a las personas manejarlo.
Uno
de los ejemplos donde combinan ambas estrategias es el de la obesidad, si sólo
se abordara con estrategias pedagógicas, sin brindar a la población la
facilidad para acceder a los alimentos más sanos, realizar actividad física,
etc. no se lograría disminuir la obesidad en la población. Sin embargo en
ciertos problemas de salud destacan los logros
poblacionales obtenidos a través de estrategias estructurales, por ejemplo, la reducción
del consumo de tabaco y el alcohol.
Al culminar la lectura de los dos textos, coincido
en que en la mayoría de problemas de salud pública, el abordaje de la promoción
de salud tiene que darse sobre la base de medidas estructurales, que faciliten
poner en práctica las estrategias pedagógicas. Así también considero que en
determinados problemas de salud se debe de preferir medidas estructurales, por la
evidencia de logros que se consiguen a través de ellas, por el “tiempo” en que
se dan sus resultados, y si bien en un inicio no crean capital social, cuando
la sociedad haga propia la medida estructural, cómo el no fumar en centros
públicos cerrados, o el llevar puesto el cinturón de seguridad a través del apoyo de medidas pedagógicas se
subsanaría ese déficit inicial.
Y cómo menciona J.R. Repullo[3], un aspecto
que desde el punto de vista económico apoya el comentario anterior, es como las
políticas tutelares asimétricas, basadas en los “bienes tutelares” que por
naturaleza son individuales, pero que por las externalidades que pueda
producir las decisiones individuales, son los poderes públicos los que
modulan el consumo de estos bienes y servicios.
Con la lectura de los tres textos se puede afirmar
que las medidas estructurales se fundamentan en el paternalismo de los poderes
públicos y de la sociedad, frente a las decisiones individuales cuyas
externalidades afecten al individuo y a la sociedad. Las medidas pedagógicas si
bien contribuyen a la generar cambios individuales y sociales, necesita muchas
veces estar sustentada en medidas estructurales. Por lo que ambas medidas se complementarían.
Referencias Bibliográficas
[1] Pérez Jarauta MJ, Echauri Ozcoidi M. Educación versus
coerción. Una apuesta decidida por la educación para la salud. Gac Sanit.
2013 Jan-Feb;27(1):72-4.
[2] Director General Bjørn-Inge Larsen.
Health Promotion- achieving good health for all. [Internet]. Norwegian:
Director of Division, Public Health, Knut – Inge Klepp; 2010 [cited 2013 Mar 20];Available
from: http://www.helsedirektoratet.no/english/publications/health-promotion--achieving-good-health-for-all-/Sider/default.aspx
[3] Repullo Labrador José Ramón. Políticas tutelares asimétricas:
conciliando preferencias individuales y sociales en salud pública. Gac
Sanit [revista en la
Internet ]. 2009 Ago [citado 2013 Mar
31] ; 23(4): 342-347. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0213-91112009000400017&lng=es
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